El tren de la docencia y mi afán por viajar.
Cuatro períodos de prácticas con un único objetivo, conocer la mayor cantidad de realidades educativas posibles.
La primera parada me guió hacia la inteligencia emocional, la técnica del Mindfulness y el aprendizaje de enseñar con el corazón. Conocer que la educación no entiende de edad cuando te apasiona lo que haces.
En segundo lugar, probé un centro educativo más innovador que trabajaba con la metodología del Aprendizaje Basado en Proyectos,gracias al cual aprendí la importancia de conocer diferentes realidades, el trabajo en grupos cooperativos y la continua formación docente como clave para el éxito escolar.
El período de prácticas con una duración mayor lo llevé a cabo en Perú, donde no solo conocí un sistema educativo completamente diferente, sino que me reencontré como docentes. Proyectos que partían de su curiosidad, la sencillez, el uso de numerosos espacios y la implicación de un equipo docente que se convirtió en familia. Siempre lo recordaré como la primera vez en la que me sentí verdaderamente docente y no alumna en prácticas.
Por último, mi gran reto, cómo sentirme yo misma en una escuela que no se identificaba con mi estilo docente. Un aprendizaje a través de numerosas reflexiones, el uso de la gamificación, un telediario y la búsqueda del ratoncito Pérez. Un acierto para rectificar en qué tipo de docente me había convertido.
Numerosas paradas.
Increíbles acompañantes.
Pasajeros a cual más especial.
Diversos paisajes.
Todo ello con una intención, saber que solo acaba de empezar y que, a pesar de que sabemos que el recorrido no será el más sencillo, es el que decidimos tomar.
La decisión más bonita de mi vida.
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